‘Durante las semanas de agosto en que las vacaciones interrumpen esta crónica que aparece sin falta cada domingo, suelo repasar carpetas donde guardo reacciones de los lectores a mis escritos; mensajes que ustedes envían en favor de que perseveremos en los valores periodísticos; o sugerencias e ideas para la mejora del tratamiento de los contenidos del diario.
El inicio de un nuevo curso de defensoría es un momento oportuno para resumir a modo de inventario estas comunicaciones alentadoras de los lectores. Es una excepción que justifica la regla de las crónicas que durante un año más dedicaré a exponer quejas y protestas justas; demandas legítimas; aclaraciones a dudas y consultas, y apelaciones a los principios de la ética comunicativa.
El año profesional empieza hoy, pero el año natural nació en enero con buenos augurios. En la portada correspondiente a la edición del 1 y 2 de enero del 2004, que inserto hoy en esta crónica, destacaba la foto, que iba acompañada de un título entrañable (‘No es el primer bebé del año, pero se lo merece’) y de esta explicación: ‘Mandieh es un bebé milagrosamente salvado del terremoto que destruyó la semana pasada la milenaria ciudad iraní de Bam. Los médicos lograron que Mandieh llegara al mundo poco antes de que su madre, gravemente herida, falleciese. Su padre también ha muerto’.
De una carta de la lectora Berta Figuerola Gonzalo, recibida en La Vanguardia días después, extraigo estas palabras: ‘Deseo felicitarles por la idea de regalar a los lectores del diario, y en portada, la preciosa foto de Mandieh, el niño iraní recién nacido, cuyos padres no han podido sobrevivir a la tragedia que se vive en Irán. A todos quienes amamos la vida nos entristece la pérdida de vidas humanas, sean cuales sean las circunstancias en que se produzcan. Pero, a la vez, nos reconforta conocer noticias como el feliz nacimiento del pequeño Mandieh, cuya imagen quedará, sin duda, grabada en nuestra memoria, en medio de tanto dolor’.
La crónica de defensor de aquel día estaba dedicada precisamente a tratar el caso de otra niña, Arati, de 12 años. Sus palabras y la foto de su sonrisa esperanzada captada en Benarés (India) eran conmovedoras. Vende postales junto al Ganges para ayudar a su familia. La periodista Ima Sanchís la entrevistó en la contra de La Vanguardia. Reuní en mi crónica varios mensajes alentadores que enviaron diversos lectores con ofrecimientos solidarios.
A lo largo del pasado curso recibí algunos más. Destaco el del lector Santiago Pemán, de Santiago de Compostela, y el del lector Francesc Peris, de Barcelona, quien me informó de que los alumnos de 4.º de ESO de los Jesuitas de Casp habían preparado trabajos sobre formación cívica a partir de la citada entrevista a Arati en La Vanguardia.
Una de las funciones de la prensa es, ciertamente, servir de instrumento didáctico de formación en los valores éticos. Desde los años sesenta del pasado siglo, en Francia y Bélgica, principalmente, los diarios se usan como recurso auxiliar en las enseñanzas de geografía, historia, matemáticas y ciencias sociales. El ejemplo de Arati nos revela que la prensa también se emplea como referente en la educación en ética, civismo, ciudadanía responsable y compromiso con el progreso integral. No siempre los contenidos de la prensa son edificantes en este orden de cosas. Por esta razón es oportuno señalar los ejemplos positivos. El hecho de reconocerlos incentiva el buen ejercicio periodístico.
La prensa está obligada éticamente a transmitir valores de paz, justicia, libertad y solidaridad. Es una responsabilidad social por la que el defensor de los lectores debe también velar. Lo recuerdo hoy, excepcionalmente, en el inicio de un nuevo curso en el que deberé atender también otros requerimientos, algunos menos enjundiosos.
La foto que centra esta crónica no es una excepción en el tratamiento constructivo que La Vanguardia da a la actualidad.
El pasado 7 de julio, también en portada de La Vanguardia, destacaba la foto de Josep Maria Solé, el estudiante con la nota más alta de las pruebas de acceso a la universidad. El lector Miguel Lozano Molero escribió una carta al diario, publicada el 11 de julio, en la que elogiaba la iniciativa de resaltar las condiciones ejemplares en las que este joven ha desarrollado su labor. Decía el citado lector: ‘Ha llegado un momento en que parece que sólo los actos políticos o deportivos merecen salir en portada. Aunque tengo un respeto absoluto por estas actividades, creo que lo que asegura el progreso de la sociedad son las personas que, como Josep Maria, estudian y trabajan con tesón para alcanzar la meta que se han propuesto’.
Hace diez días la lectora Leonor Soriano se quejó justamente por la contra del 24 de agosto dedicada a una actriz porno. Tres días después, el lector Josep Roca protestó también contra aquel texto y alabó al mismo tiempo la entrevista en la misma sección (27 de agosto) a Ismael Diadié, escritor de Mali que ha conservado en África la biblioteca familiar que salió de España en el siglo XV. Elogiar los aciertos también ayuda a luchar contra los errores y distorsiones. Con mensajes de ánimo, los lectores contribuyen al compromiso ético de la prensa.’