Thursday, 21 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Lola Galán

El lenguaje no es inocente y las definiciones poco matizadas, cuando incluyen palabras con demasiada carga emocional, pueden levantar ampollas sea cual sea la intención de quien las cita, y el texto en el que se insertan. Prueba de ello es la polémica que ha desatado en Internet un crucigrama normalmente inocuo que se publica en la edición impresa de Barcelona bajo el nombre de Mots Enreixats.

En el diario del 25 de marzo este crucigrama incluía la siguiente definición de una palabra a adivinar por los lectores: A València és un gos caçador; aquí una cosa molt pitjor. ‘En Valencia es un perro cazador, aquí [es decir, en Cataluña] una cosa mucho peor’. La respuesta no era otra que xarnego.

Una definición que se prestaba a malentendidos como de hecho ocurrió. Un blog político la incluyó de inmediato interpretándola a su modo: ‘Un crucigrama de EL PAÍS dice que un xarnego es peor que un perro cazador’, decía. Y ligaba la supuesta intención ofensiva de la definición a la ideología del firmante del crucigrama, Pau Vidal, autor de El bilingüismo mata, un libro donde aboga por una Cataluña monolingüe, en catalán.

La polémica, basada en esa interpretación, se extendió por Internet y llegó hasta el buzón de correo de esta Defensora. Lectores que no habían reparado inicialmente en el crucigrama enviaron mensajes indignados al periódico. Uno de ellos, Fernando Calpena, no dudó en despedirse con este correo: “Estimados señores, vista la colaboración del señor Pau Vidal con EL PAÍS y sus intolerables referencias a los xarnegos les comunico que desde hoy dejo de comprar su periódico. Lástima, tendré que buscar el Babelia en la Casa de Cultura”.

Otras reacciones han sido menos fulminantes, pero no menos condenatorias. Fernando García me escribió para quejarse del uso del término charnego, “con el que se ha caracterizado tradicionalmente desde algunos ámbitos nacionalistas a los inmigrantes castellanohablantes en Cataluña”. Y lamentaba su inclusión en un crucigrama del periódico: “No parece este concepto claramente xenófobo y despectivo el más indicado para jugar a los dobles sentidos, y entiendo que no favorece en nada a la credibilidad del diario que hasta una sección tan inocua como la de pasatiempos pueda verse de este modo mediatizada por la ideología del autor”.

Xavier Canalis, de Vilanova i la Geltrú, escribió para preguntar si era cierta la mención al término charnego en EL PAÍS que circulaba por Internet y que le había puesto, decía, “los pelos de punta”. En su correo recordaba que esta palabra, “en la Comunidad Valenciana se usa efectivamente para referirse a perros de caza, pero en Cataluña es utilizada como término despectivo para referirse a hijos de emigrantes, o de parejas mixtas y/o a catalanes que tienen el castellano como primera lengua”. Este lector me envío un mensaje después algo más tranquilo, en el que me decía: “En algunos foros he leído que la intención del autor del crucigrama ha sido malinterpretada, ya que se habría referido a que el uso de la palabra xarnego tiene connotaciones peores en Cataluña que en Valencia. Por tanto, no se habría referido a la persona, sino al vocablo. Quizá el problema es que últimamente algunos vemos tres pies al gato y nuestras sensibilidades están a flor de piel debido a lo que está ocurriendo en Cataluña… Ya no sé qué pensar”.

He trasladado las quejas de los lectores a propósito de su crucigrama a Pau Vidal que responde lo siguiente:

La definición se prestaba a ser malinterpretada, como de hecho ha ocurrido

“Evidentemente, la persona que lo ha difundido (el responsable de un blog de extrema derecha titulado Dolça Catalunya, que sin embargo no da nunca su nombre, como la mayoría de los tuits que me han llegado a mí mismo) no es un usuario de mis crucigramas. Quien los resuelve a menudo sabe que la base de los enigmas que planteo en ellos es, más que el significado de las palabras, la forma y la función de las mismas”.

“En el caso que nos ocupa, la definición que puse se define, A València és un gos caçador i aquí una cosa molt pitjor, precisamente porque se trata de un insulto: por eso es mucho peor. La curiosidad, y esto es precisamente lo que la gente no sabe, es que esta palabra que en Cataluña se usa desde hace tiempo como un insulto procede de una variedad de perro de origen andaluz llamada ‘lucharniego’. Mi definición, en realidad, no es más que la versión sintetizada de lo que ya conté en su día en mi libro 100 insultos imprescindibles”.

Pau Vidal añade además: “Cuando redacté las definiciones de aquel día nunca en ningún momento se me ocurrió que alguien pudiese interpretarlo de manera ofensiva”, y subraya, “ninguno de mis solucionadores habituales, que son legión, me ha transmitido ninguna queja. De todos modos, si alguien cree que había mala intención le invito con toda cordialidad a echar un vistazo al libro citado, donde comprobará que los insultos, para un filólogo como yo, son un material de trabajo (y de juego) tan digno e interesante como por ejemplo los motes o los títulos de películas”.

Vidal añade un correo a modo de postdata; “¿Cómo iba a querer ofender yo a los xarnegos cuando soy uno de ellos? Mi segundo apellido, Gavilán, es de Jaén. Es más, yo mismo, antaño, fui insultado con ese epíteto”.

Francesc Valls, subdirector de EL PAÍS y responsable de la redacción de Barcelona me explica que Pau Vidal colabora desde 1992 haciendo los crucigramas en catalán para la edición del diario en Cataluña. “Es un filólogo reconocido, traductor del novelista Andrea Camilleri al catalán, entre otros. Del crucigrama en cuestión, entiendo que puede resultar ofensivo si en una primera lectura se compara perro cazador con charnego (persona). En un lectura más reflexiva, el paralelismo puede establecerse entre animal e insulto a persona. En cualquier caso, en momentos de polarización política, lo más adecuado es rehuir de todo lo que alguien pueda interpretar como un insulto fácil, por lo que pido disculpas a quienes se hayan sentido ofendidos”.

Valls señala otro aspecto: “En Cataluña, a pesar de su carácter despectivo según el diccionario del Institut d’Estudis Catalans, personas como Joan Manuel Serrat o Pasqual Maragall han utilizado el término auto-atribuyéndoselo como elemento de normalidad social. El propio Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura, subrayó en 2006 la habilidad política del ‘charnego de izquierdas’ José Montilla, presidente de la Generalitat, para formar mayoría’.

No dudo de la buena intención de Pau Vidal al preparar el crucigrama del 25 de marzo. Quiero precisar, sin embargo, que el pasatiempo que confecciona para EL PAÍS no lo ven sólo “sus solucionadores habituales”, sino que puede verlo cualquier lector del diario. Y que su redacción podía dar lugar a equívocos.

Entiendo que Vidal sólo pretendía confeccionar un crucigrama interesante. Pero el poder negativo de los insultos se basa en la aceptación que tengan como tales. La mención al término charnego en su crucigrama como un insulto puede contribuir inadvertidamente a reforzarlo más que a combatirlo. Me surge además la duda de si, al asumir sin más que charnego ‘es una cosa mucho peor’ en Cataluña porque es un insulto, el autor del crucigrama no interioriza el prejuicio de quienes han decidido que lo sea.

***

Lola Galán é ombudsman do El País