Sunday, 24 de November de 2024 ISSN 1519-7670 - Ano 24 - nº 1315

Milagros Pérez Oliva

‘El escrito de Montserrat Neira comienza con un enlace a una noticia de EL PAÍS: ‘Prostituta de lujo da clases en la UNED’. A continuación, escribe: ‘Soy la persona que se menta. Quería comunicarles que no se respetó mi decisión final de no salir en prensa’. En su carta a la Defensora, Neira explica la relación que tuvo con la autora de la información y termina: ‘Por lo visto, el artículo ha ‘maravillado’ a los lectores, pero bajo ningún concepto me resarce del daño moral de no haber sido respetada en la decisión que tomé. Y lo que espero es que, de una manera u otra, los lectores sepan que este artículo se publicó sin respetar mi decisión final’.

La noticia se publicó el 9 de diciembre en el cuadernillo de Galicia y en la edición digital con el subtítulo ‘La universidad acoge en Lugo la charla de una experta en sexo para discapacitados’. En ambos casos se ilustraba con una foto de Montserrat Neira que el diario había obtenido de su blog. Más allá del caso concreto, que será aclarado a continuación, esta queja plantea una nueva problemática: ¿Qué uso podemos hacer de datos e imágenes de personas concretas obtenidos de páginas web, blogs o redes sociales? ¿En qué casos necesitamos consentimiento? ¿Tiene una persona con actividades públicas en la Red derecho a controlar lo que se publica de ella?

De las conversaciones que he mantenido con Montserrat Neira, con la autora de la información, Silvia R. Pontevedra, y con el responsable de la edición de Galicia, Xosé Hermida, los hechos ocurrieron así: en el curso de su trabajo sobre la Operación Carioca, la redactora se enteró de que Neira iba a impartir una ponencia el 17 de diciembre en la UNED, dentro de un curso sobre prostitución en pisos. Le envió un correo: ‘EL PAÍS quiere entrevistarte’, decía en el asunto. Neira le facilitó un teléfono.

Mantuvieron una conversación de más de dos horas y al terminar, la redactora le pidió permiso para utilizar una de las fotos de su blog, a lo que Neira asintió. Más tarde, la redactora le envió un nuevo correo preguntándole si un fotógrafo del diario podía ir a su casa de Barcelona a retratarla. Neira respondió entonces que quería supervisar el texto. La redactora le aclaró que no era una entrevista, sino un reportaje y por tanto, solo podía enviarle las frases que iban a salir entrecomilladas, cosa que hizo. A partir de aquí, las versiones difieren: ‘Cambié de opinión y le envié un correo en el que le agradecía el esfuerzo realizado, pero le decía claramente que no quería salir en prensa. No recibí respuesta alguna y mi sorpresa fue ver al cabo de unos días la entrevista en el diario’, dice.

Silvia R. Pontevedra asegura que no interpretó este correo como una negativa tajante. ‘Decía que prefería no salir en prensa porque sus profesores le habían aconsejado que no se mediatizara, pero entendí que la decisión quedaba en mis manos’.

‘El correo era ambiguo’, corrobora Xosé Hermida. Lamentablemente la Defensora no puede juzgar por sí misma, pues la redactora no conserva el correo, pero debía ser suficientemente disuasivo como para que ella y Hermida dieran vueltas al asunto antes de publicarlo, sin considerar necesario, sin embargo, llamar a la entrevistada para aclarar el alcance de sus palabras.

‘Sin ninguna ética ni escrúpulo se publicó el artículo, en el que hay varios errores que tienen que ver con lo que usted dijo en su artículo del día 21 Cuando el lenguaje nos traiciona’, sostiene Neira. Reconoce que el reportaje no está redactado con intención de perjudicarla, pero cree que lo ha hecho. ‘Lo que me ha molestado más es el titular, que considero totalmente sensacionalista: Prostituta de lujo da clase en la UNED. Yo doy esa clase en tanto que investigadora, de persona que hace un trabajo académico. Soy una licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración que está investigando la realidad social de la prostitución en España. Es un ámbito que conozco desde dentro, pero lo investigo con el rigor que se exige en las Ciencias Sociales. No empecé con 34 años, como se dice, sino con 40, y desde luego no soy una prostituta de lujo. Una de las cosas que critico es precisamente el maltrato que recibimos de la prensa. Hay un gran desconocimiento y el tratamiento de la prostitución suele alimentar los estereotipos más negativos’.

Xosé Hermida lamenta lo ocurrido. ‘No tenía conciencia de haber actuado mal. Creo que estamos en una zona de grises, de niebla como la que solemos tener en Galicia. Por una parte, decía que no quería mediatizarse, pero tiene un blog muy activo al que puede acceder cualquiera y en el que figuran entrevistas e intervenciones en prensa. Por otra parte, la conferencia era una actividad pública y el tratamiento que hacíamos era absolutamente respetuoso’, argumenta. Silvia R. Pontevedra coincide: ‘Lo estuvimos debatiendo un tiempo y ahora también tengo dudas de si hicimos bien. Pero la entrevista fue muy amigable y las reticencias surgieron cuando le dije que no podía enviarle el texto, sino únicamente los entrecomillados, a los que no puso ningún reparo. Si hubiera publicado la entrevista al día siguiente de hacerla, con la foto autorizada del blog, no hubiera habido caso’. Montserrat Neira es taxativa: ‘Cambié de idea y lo dije bien claro: no quiero salir en prensa. Y si tenían dudas, ¿por qué no me llamaron antes de tomar una decisión?’.

Entre las consideraciones que llevaron a la decisión figura el hecho de que Montserrat Neira tuviera una actividad pública y un blog en Internet. ¿Es eso suficiente para justificar la decisión de publicar? Desde luego el diario puede informar de que la UNED imparte un curso sobre prostitución y quiénes son sus ponentes y profesores. También puede explicar las posiciones que Montserrat Neira defiende en su blog o en publicaciones académicas.

Pero el interés de la entrevista radicaba tanto en la atractiva personalidad de la conferenciante y su biografía como en el trabajo académico que ha desarrollado. Y aunque en la edición impresa aparecía como un reportaje, el texto era en realidad lo que el Libro de estilo define como una ‘entrevista-perfil’, por eso en la edición digital aparecía bajo el epígrafe de ‘entrevista’. El texto contenía abundantes detalles de su vida y su pensamiento, algo que solo ella podía explicar. ¿Puede publicarse una entrevista de esta naturaleza sin permiso? Creo que no. También estaba claro que la entrevistada no quería hacerse una foto para EL PAÍS. ¿Era lícito tomarla de su blog? Puesto que la entrevista no era consentida, tampoco era lícito tomar esa ilustración.

Obtener imágenes de una persona es ahora mucho más fácil que hace unos años. Y con frecuencia nos planteamos en qué casos es legítimo utilizar fotografías obtenidas en la Red para ilustrar una información. La duda se suscitó hace unos días en el caso del empresario Joan Tubert, asesinado en Olot, cuya imagen se bajó de Facebook. Algunos redactores reclaman que se establezcan criterios, pues temen cometer errores. Marisa Flórez, editora gráfica de EL PAÍS, indica que esta es una cuestión a debatir: ‘La emergencia de las redes sociales pone a disposición de los periodistas una gran cantidad de material que pertenece la vida privada de las personas. Hemos de tener en cuenta que cuando se depositó, no se hizo con el propósito de que fuera utilizado en prensa, por lo que hemos de actuar con responsabilidad’.

Imaginemos que Montserrat Neira, en su condición de académica, da una conferencia pública en un ateneo, y el diario decide anunciarlo en la agenda con una foto. ¿Sería lícito tomar la foto del blog sin su permiso? Creo que sí. Si el blog es abierto y la imagen es accesible, hemos de suponerla disponible para un fin también legítimo. Lo mismo que si está en la página web de la universidad. Mucho más problemático es el caso de Facebook. Un primer criterio sería considerar que no es publicable sin consentimiento cualquier imagen que esté en un perfil cerrado. Y al revés: cualquier imagen que figure en un perfil abierto sería, en principio, publicable. Pero sería aconsejable analizar a fondo la casuística y establecer criterios claros al respecto.’